Oaxaca, de la sierra al río y del río al mar

Alejándonos de la Ciudad de México, en dirección sur, nos dirigimos al estado de Oaxaca para llegar más precisamente a su capital del mismo nombre. Separados de unas 6 horas aproximadamente, las cuales pasamos durmiendo en nuestro autobús sin interrupción alguna.

Oaxaca, una de las Ciudades Patrimonio Mundial de nuestro país, nos recibió de manera excepcional, una apabullante sucesión de colores que se iban suscitando a medida que avanzábamos por sus calles. Degustando cuando se tenía oportunidad los excelentes mezcales que presume el lugar y el delicioso mole amarillo que es el predominante en esta zona.

Cuesta arriba y desde el centro uno de los caminos nos llevó al famoso Auditorio Guelaguetza, en donde a finales de Julio se lleva a cabo el máximo evento folclórico de los oaxaqueños en el cual diferentes cuerpos de baile se dan cita en este recinto representando a las ocho regiones del estado.

El legado colonial es visible a simple vista. Con tan solo deambular por las calles del centro histórico nos encontramos con estas joyas que Oaxaca nos tiene tan bien guardadas. Es imperdible la visita a al templo de Santo Domingo, con sus retablos en oro, claro ejemplo de la arquitectura barroca novohispana. En el ex convento, anexo al templo, podemos ver el Museo Regional de Oaxaca y el jardín etnobotánico.

Otro día nos encaminamos a Santa Maria del Tule, a escasos 10 kilómetros de nuestro hotel. Santa Maria del Tule es conocida por albergar el famoso ahuehuete, conocido como el Árbol del Tule. Este imponente árbol de más de 2000 años y cuarenta metros de diámetro es capaz de brindar sombra a 500 personas y requiere de unas treinta para poder ser abrazado. Sesenta kilómetros más adelante se encuentran las cascadas petrificadas de Hierve el Agua, formadas por escurrimientos de agua carbonatada, esta es una de las maravillas naturales que uno no puede perderse en Oaxaca.

Terminada nuestra visita por la capital y sus alrededores, decidimos hacer un viaje aún más al sur, a la Costa Oaxaqueña. Atravesando en camioneta la Sierra madre, viendo paisajes realmente sorprendentes a gran altura y cerca de las nubes, después de 6 horas de pura naturaleza y pueblos perdidos en la montaña llegamos a Puerto Escondido, en donde nos quedamos viendo algunas horas a los surfistas que desafían al bravo mar en la costa de Zicatela. Más tarde fuimos a la siguiente playa, al lado de  Puerto Escondido, Carrizalillo. Esta es una pequeña bahía de ensueño. Para llegar a ella hay que bajar algunos escalones hasta llegar al mar, lo cual hace que desde lo alto podamos apreciar y fotografiar en plenitud las arenas blancas y el mar turquesa. Por la noche hay una buena oferta gastronómica y bares donde uno puede bailar mientras las estrellas nos marcan el paso.

A una hora de Puerto Escondido en dirección oriente llegamos a Mazunte, otro día glorioso de arena sol y mar nos aguardaba. Mazunte presume el nombramiento de Pueblo Mágico. Con un ambiente bohemio, es la playa favorita de nacionales y extranjeros que buscan un plan más relax, para tumbarse bajo el sol y disfrutar del mar o bien para visitar las Cascadas Mágicas a tan solo un par de horas de distancia. El manglar de Ventanilla es otra excursión que no tiene desperdicio. A tan solo 10 minutos de Mazunte subimos a una lancha y visitamos por 45 minutos el manglar, el cual está siendo reforestado, solo tomando el tour estamos cooperando con esta reforestación, a bordo de la lancha un guía nos va contando todo el trabajo que están haciendo mientras observamos más de ¡6 cocodrilos! sumergidos en la laguna, además de unas 15 iguanas de todos los tamaños y colores y muchísimos pájaros. Otra opción es el tour de bahías en Huatulco, a una hora de distancia, se pueden visitar las 9 bahías que presume Huatulco y en donde es posible practicar snorkel y así observar la flora y fauna marina del lugar. Por las tardes es imperdible la puesta de sol que puede apreciarse desde lo alto de Punta Cometa, de fácil acceso siguiendo un pequeño sendero al costado de la playa.

 Los amantes de la aventura no pueden perderse el Rafting, en donde descendimos poco más de dos horas por el Rio Copalita, desafiando los rápidos clase 3 y disfrutando y observando el paisaje de verdes sierras y las tantas aves que surcan el cielo azul. Si esto no es suficiente, hay más. Riverhike es una caminata por momentos al costado del rio y por momentos por el mismo rio en donde en ocasiones debemos dejarnos llevar por las corrientes del agua cayendo por pequeñas cascadas como así también por momentos debemos hacer saltos de hasta ¡8 metros! cayendo al rio y siguiendo adelante, todo esto de la mano siempre de un guía profesional con las medidas de seguridad necesarias como chalecos salvavidas, casco, etc.

 Después de habernos deleitado con los colores, los sabores y las bellezas naturales de Oaxaca, emprendimos nuestro regreso despacio y sin apuro a la gran ciudad. Estoy seguro que no será la única vez que camine por los senderos que Oaxaca nos tiene preparados.