Real del Monte y Los Prismas Basálticos

Dejando atrás la Ciudad de México, entramos en el Estado de Hidalgo y después de haber pasado por su capital Pachuca, nos internamos en el Corredor de la Montaña. Esta hermosa carretera que nos sumerge entre la Sierra hidalguense nos llevara después de un zigzagueante recorrido por los diferentes pueblos mineros que aún se encuentran por aquí, hasta llegar a nuestro objetivo, el Pueblo Mágico de Real del Monte.

Como el resto de los pueblos vecinos, Real del Monte no es la excepción y deja a la vista su pasado minero. Sus casas de dos pisos, pintadas de los más diversos colores, con un estilo Ingles innegable, deja en evidencia la presencia de personas británicas cuando las minas del lugar tuvieron su auge, proporcionando oro y plata a quienes las explotaran. Dependiendo la época estas minas fueron trabajadas por mexicanos y estadounidenses también. Hoy en día se puede visitar la Mina de Acosta, la cual data del siglo XVIII, sin olvidar que en 1522 se descubrieron las primeras vetas de mineral en este pueblo.

Más adelante y después de haber hecho algunas paradas para saborear los tradicionales pastes, algo así como una empanada de diferentes rellenos, siendo la más típica la de carne con papa y los panes de pulque, otra delicia local, nos encaminamos al Cementerio Ingles, en donde descansan los restos de los mineros de dicha nacionalidad, muchas de las lapidas funerarias podrían ser catalogadas como obras de arte.

Nos despedimos de Real del Monte y a escasos minutos de distancia nos encontramos con una de las maravillas naturales de México, Los Prismas Basálticos, columnas naturales de piedra con 5 o 6 caras formadas por el rápido enfriamiento de la lava. Un dato no menor es que este es uno de los tres prismas que hay en el mundo, además del de Irlanda del Norte y el de Australia, este último bajo del agua.

Ingresando al parque, nos adelantamos y caminamos sobre un puente colgante a 40 metros de altura que nos da una vista privilegiada tanto de la barranca como de las formaciones rocosas por donde el torrente de agua cae espectacularmente. Una vez cruzado el puente seguimos el recorrido hasta bajar por la barranca y quedar enfrentados con estas formaciones geométricas de miles de años. Tuvimos el tiempo necesario para hacer desde aquí muchísimas fotos y para refrescarnos con el agua que nos salpicaba mientras seguíamos caminando al lado de la imponente pared de piedra.

Cuando el hambre nos empezó a ganar, fuimos al Bosque de Truchas en donde supieron consentirnos y alimentarnos al punto de quedar satisfechos. Con la barriga, después de tanta comida y los ojos, después de tanta belleza, llenos, nos despedimos del estado de Hidalgo sin antes prometer una nueva visita en un tiempo no muy lejano.